Sillas certificadas: El aporte de la UNLP para que los niños viajen más seguros
Ingeniería tendrá el primer laboratorio del país para ensayos que constaten la seguridad de los asientos para menores de uso obligatorio en automóviles
El año pasado, en la Argentina, murieron 432 chicos menores de 9 años en accidentes de tránsito. Nuestro país tiene los indicadores más altos de siniestralidad vial de América Latina y por ello se está instrumentando una serie de cambios que tienen el objetivo de ponerle un freno a este flagelo.
En ese sentido, en enero de 2018 comenzó a regir una reglamentación de la ley nacional de tránsito, la cual establece la obligatoriedad en todo el país de que los niños menores de diez años viajen en sillas diseñadas específicamente de acuerdo a su peso y edad. De ahí la necesidad de encontrarle una respuesta efectiva a un hecho que genera una creciente preocupación: la enorme mayoría de los asientos de este tipo que se venden en la Argentina, y que son usados por bebés y niños, no se encuentran certificados. En otras palabras, no se sabe si cumplen o no con las normas de seguridad.
Docentes y técnicos del Departamento de Aeronáutica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) vienen trabajando en un proyecto que permitirá certificar sillas de bebés y niños, y distintas autopartes, respecto al cumplimiento no sólo de la normativa a nivel nacional, sino también de los requisitos legales de otros países.
La iniciativa es llevada adelante por la Unidad de Investigación, Desarrollo, Extensión y Transferencia - Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (UIDET - GEMA) y es financiada por el Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA), que también depende del Departamento de Aeronáutica. Para poder cumplir con el objetivo de otorgar certificaciones, que cumplan con estándares internacionales, el grupo adquirirá un moderno equipamiento proveniente de Estados Unidos. Se trata de una catapulta, un sistema de impulso de aproximadamente 30 metros de largo que puede mover masas de hasta 1500 kilos, con aceleraciones 30 veces superiores a la gravedad.
“Desde hace varios años venimos trabajando tanto para las terminales automotrices como para las empresas autopartistas. Realizamos diferentes tipos de ensayos, dentro de los cuales una importante cantidad están asociados a la seguridad y tienen que ver por ejemplo con el anclaje de cinturones y asientos, puertas, sistema de frenado, etc. Trabajamos a partir de reglamentos internacionales como son los europeos y de normas nacionales para poder satisfacer a todos los requerimientos de la industria. Les posibilitamos hacer ensayos en la Argentina y no tener que buscar fuera del país, con los tiempos y mayores costos de logística que eso significa”, explicó el ingeniero aeronáutico Pablo Ringegni, director del GEMA.
Ringegni remarcó que los ensayos dinámicos de este tipo se vienen realizando desde hace 8 años, con equipos desarrollados íntegramente en el GEMA. “Ello nos permitió seguir avanzando y, ante la conformidad de la industria, nos comenzaron a solicitar nuevas capacidades”, explicó.
“Asumimos el desafío de ampliarnos para cubrir un espectro mayor. Las terminales y los autopartistas pudieron constatar que en la Argentina se pueden obtener respuestas y soluciones a una gran cantidad de requerimientos y consecuentemente solucionar una gran cantidad de problemas. Así llegamos a tener el requerimiento y la necesidad de ensayar lo que son las sillas para bebés y niños, y en forma especial todo lo que tiene que ver con los dispositivos y los anclajes, para que esas sillas representen una cuestión segura para los individuos que deben usarlas”, destacó el ingeniero.
Según el director del GEMA, la validación de las normas de seguridad sólo la puede dar un laboratorio adecuadamente certificado. “Se trata de una necesidad a nivel nacional. El equipamiento que nosotros fuimos desarrollando, a través de estos años, tiene capacidad para realizar ensayos similares a lo que exige la norma nacional e internacional para las sillas de niños y bebés, pero está limitado para cubrir todos los requerimientos que se exigen”, explicó Ringegni.
Por ese motivo, desde la Facultad de Ingeniería recurrieron al Programa de financiamiento de proyectos de fortalecimiento de las capacidades para la prestación de Servicios Tecnológicos (FIN SET), que es un instrumento del Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR) en el marco del Programa de Innovación Tecnológica III, cofinanciado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que depende de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) del Ministerio de Ciencia tecnología e Innovación Productiva.
La solicitud fue aceptada y aprobada, logrando obtener cerca del 50% del financiamiento para adquirir la catapulta. Ahora prevén que el desembolso se concrete en el corto plazo, para lo cual se espera que el equipamiento de última generación, proveniente de Estados Unidos, llegue a la UNLP pasado la mitad de año.
Para lograr que se haga realidad el proyecto, la otra mitad del financiamiento se sostendrá con recursos propios aportados por el CTA, de la Facultad. De esta forma, la comunicad científica y académica de Ingeniería se encuentra expectante ya que el GEMA está muy cerca de constituirse en el único laboratorio a nivel nacional con la capacidad para ensayar y certificar la seguridad de los asientos para niños, como así también otros diferentes tipos de autopartes y sistemas en general.
Interés internacional
En el proyecto de certificación de sillas para niños y autopartes trabajan una decena de profesionales: docentes, técnicos e ingenieros, que se encargan de diseñar y fabricar los equipos, de preparar y ejecutar los ensayos y estudios, de hacer los informes y de tratar con los comitentes.
“Tenemos vínculos con todas las terminales a nivel nacional, con gran cantidad de autopartistas de la Argentina y también con laboratorios de Europa y terminales y autopartistas de Brasil que vienen a ensayar acá”, destacó el ingeniero Ringegni.
“Como caer de un quinto piso”
“Una falla en las sillas de bebé durante un accidente puede causar el mismo efecto que el que sufre una persona cuando choca un vehículo y va sin cinturón de seguridad. Una colisión a 50 kilómetros es comparable en orden a caer de un quinto piso”, añadió el ingeniero Pablo Ringegni.
“Con sillas, pero… ¿cuál?”
“Se puede reducir las lesiones hasta un 70%”
El Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI), conformado por las aseguradoras de Argentina, realizó un informe titulado “Con sillas, pero… ¿cuál?”, donde se reconoce que “en la Argentina no se homologan sillas de seguridad”.
“Por ello, elija solamente modelos de butacas que hayan sido testeadas y certificadas en Europa o en los EEUU. Normativa FMVSS213 para butacas homologadas en los EEUU y Canadá. Las butacas deben tener visible la siguiente información: Peso y altura que acepta la butaca. Información en cuanto a la instalación de la misma. Identificación del fabricante y forma de contactarlo. Certificación (que cumple con la normativa FMVSS 213). Nombre del modelo, número de serie y fecha de fabricación. Normativa ECE R 44/03 para los países de la Comunidad Económica Europea. Nombre/Marca del fabricante. Normativa de homologación. Categoría del dispositivo: (Universal, indica que es válido para todo tipo de vehículos). Peso del bebé al que se adecúa el dispositivo. "E" por Europa y el número por el país donde se realizó la homologación. Número de homologación. Número de serie”, informó el CESVI.
El informe también destaca que “el uso de las sillitas para los menores en los autos reduce hasta en un 70 por ciento las lesiones en accidentes de tránsito”.
“Durante el análisis de los sistemas de retención infantil los resultados mostraron que las sillas que abarcan una franja de edades más amplia son menos seguras, brindando menos protección a los menores. Es en éstas en las que encontramos menor protección lateral, por lo que ante un impacto de costado, es factible que el niño sufra daños principalmente en el cuello, aún estando bien sujetado. Es lógico que así suceda dado que no es posible que un mismo modelo se adapte de igual manera a contexturas físicas diferentes. Es decir, no hay silla que logre adaptarse perfectamente al crecimiento que va sufriendo el menor y garantice una total protección en todas las etapas del niño”, destaca la investigación.
Y agrega: “Dentro de las principales consideraciones encontramos que los plásticos utilizados para el armazón de las sillitas difiere respecto de cada marca. En los casos en los que la calidad del plástico no es la mejor, ante un impacto, la silla se podría fracturar, ocasionándole así daños al menor, debido a que la rotura del material produciría puntas filosas. Por otro lado, un aspecto importante es la colocación de absorbedores de impacto entre los plásticos y el niño, debido a que disminuyen la fuerza que actúa sobre el cuerpo del chico”.
Fuente: Dirección de Prensa Facultad de Ingeniería